Estaba encantada, en su silla dando
vueltas, no podía ver sus pies y sentía
que podía volar.
No podía dejar de aplaudir y todo dilema
parecía converger en incoherencias poco
importantes.
Alzando banderas de libertad, sus labios
dibujaban bellos amaneceres y una larga
estadía en mi corazón...
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